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Vientos de cambio en los mercados

Por José Manuel Pazos

Petróleo, renta variable, dólar, bonos… Abril deja signos de agotamiento de tendencias que parecían asentadas. ¿Es solo un ajuste o asoman signos de cambio más profundos?

Son días de balance del primer trimestre pero también de análisis de lo ocurrido en abril, y ello sin perder de vista las elecciones del jueves en Reino Unido, ni abandonar el seguimiento de los avatares de la situación griega. Del conjunto, nos quedamos con la sensación de que después de un primer trimestre previsible, abril nos deja algún viento de cambio, leve aún, pero al que merece la pena dedicar atención.

Iniciemos el repaso por el petróleo, que registró en abril su mayor alza mensual desde 2009. ¿Será el inicio de un cambio? Por su parte, el índice que representa el valor mundial del dólar retrocedía un 5,8% desde sus máximos de marzo. ¿Habrá el dólar alcanzado su cenit? El índice bursátil pan-europeo 'FTSE Eurofirst 300' registró en abril su primer descenso mensual en 2015. ¿Advierte esto sobre un cambio en la tendencia alcista de los índices europeos?

La semana pasada el bono alemán a 10 años registraba en su rentabilidad un sorprendente repunte -acumulado al ya iniciado a finales de abril-, lo que supone volver de golpe a niveles no muy alejados de los que había a comienzos de año y casi idénticos a los previos al lanzamiento de la QE europea. ¿Habrá alcanzado la renta fija su punto de retorno?

De los cuatro componentes del PIB, que es el valor de lo que una economía produce (consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas), en la economía española hay grandes limitaciones que no se han superado

Abril deja -con razón- más pesimismo sobre Brasil, más inquietud sobre China, dudas sobre el ritmo de expansión en EE.UU. (creció un 0,2,% anualizado en el primer trimestre, que choca, por ejemplo, con el 3,6% que, en dato comparable, lo hizo la economía española) y algo más de optimismo sobre el crecimiento de la eurozona. Por primera vez en este largo ciclo de crisis, la inflación se abre espacio en los análisis y más allá de su particular protagonismo en economías como Brasil, donde sorpresivamente se han vuelto a subir los tipos de interés (en una economía que se contrae a un ritmo superior al 1% anual) o Rusia, donde la inflación ya supera el 15% (allí sin embargo los tipos bajan).

Las consecuencias de un cambio en la percepción de la evolución de los precios emerge, junto a otros factores más coyunturales, para dar explicación a algunos de estos primeros signos de cambio. Después de años de inyección de liquidez, se recupera el concepto de velocidad de circulación del dinero para referirse a la generación de expectativas inflacionistas, algo que se materializa en las mayores rentabilidades exigidas a los títulos del tesoro americanos vinculados a la inflación.

La vida en los mercados financieros y sus aledaños deja de ser tan confortable. De hecho ya ha dejado de serlo

En resumen, se levantan vientos de cambio y, como poco, la vida en los mercados financieros y sus aledaños deja de ser tan confortable. De hecho ya ha dejado de serlo. Pequeñas sorpresas, cada vez más frecuentes, generan acusadas reacciones y nos preparan para un mundo post Gran Recesión que será muy exigente por el grado de atención que requerirá. De ahí que la complacencia no sea grata a los ojos de un observador neutral. Y es que de los cuatro componentes del PIB, que es el valor de lo que una economía produce (consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas), en la economía española hay bastante de impacto de lo coyuntural y grandes limitaciones que no se han superado. Tal vez la mayor de todas es el enorme stock de deuda que deja la crisis y que apenas ha empezado a ser reducida por un sector privado cuyo apalancamiento no ha dejado de subir respecto del público.

En un mundo donde el ritmo de crecimiento de los salarios es muy bajo, cuando no decreciente; donde el ajuste de tamaño del sector público apenas existe y se centra en la inversión y no en el gasto; y donde la recuperación está muy apoyada en factores coyunturales, la emergente aparición de la inflación en los análisis suena incluso confortable, en tanto último reducto al que confiar una depreciación de la deuda. El precio será la agitación en los mercados y, de nuevo, un ataque para el ahorro, fuente de la que dependen los 4 jinetes del PIB. Tampoco es como para celebrarlo.