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Mireia Belmonte, la sirena de oro


Tres medallas de oro - que pueden ser cuatro y hasta cinco dependiendo de lo que haga en los 400 y 800 libres - y dos récords del mundo han convertido a Mireia Belmonte en la sirena de oro de la natación española, y lo han hecho sin la menor presencia de las autoridades deportivas y políticas del nuestro deporte y nuestro país.

Mireia es un ejemplo de trabajo, de disciplina, de esfuerzo mantenido a lo largo de los años, de creer en sí misma, de apostar a ganador y de ser capaz de hacer en solitario eso que otros se afanan por hacer en la compañía de los que pagan por sus cargos: la " Marca España ".

No hemos visto a nadie de la Casa Real, ni a nadie del Gobierno estar a su lado cuando ha conseguido para este país más medallas y récords que ningún otro deportista. Mireia es un Gran Premio Príncipe de Asturias, es una medalla de oro del trabajo, es el rostro que debería emplearse como ejemplo para esa nuevas generaciones que se debaten entre el paro y la desesperanza por su futuro.

Premio Nacional del Deporte en 2013 ha visto como nadie ha tenido la sensibilidad y la oportunidad de pensar que estaba compitiendo en Doha y que no podría estar en Madrid para recibir un premio más que merecido. Ella nadaba mientras se hacían discursos. Ella levantaba la bandera de España mientras se tomaban canapés y se intercambiaban sonrisas encantadas de haberse conocido.

Seguro que cuando vuelva a España recibirá las felicitaciones de todos y harán cola para hacerse las fotos de rigor. La doble medallista de plata en 2012 no se conformó con lo conseguido, ha seguido entrenando y confiando en que le quedaba tiempo y condiciones para empresas más grandes. Ha tenido razón y ya está en la gran historia del deporte con un comportamiento ejemplar: sin ruido, con modestia, como hacen los grandes campeones. Un orgullo para una sociedad, la española, que necesita de esas buenas noticias y de sonrisas como las de Mireia.