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Desafío en Maracaná

Si se cumple el guión previsto y España vence a Italia y Brasil a Uruguay en las dos semifinales de la Copa Confederaciones, el domingo 30 de junio, el estadio de Maracaná se convertirá en un trueno continuo contra nuestra selección. Ya lo estamos viendo en los partidos que conducen a esa cita histórica del fútbol nacional. A los brasileños les asusta la selección española y la ven como el único equipo capaz de dejarles sin la Copa que puede " tapar" un poco la tensa situación política y económica que vive el gobierno de Dilma Roussef.

Lejos de la política y de las acusaciones periodísticas sobre los jugadores y sus ratos de ocio - que son otra forma de presión directa- y dentro del terreno de juego, el gran espectáculo puede estar en el duelo de dos genios del balón como son Andrés Iniesta y Neymar da Silva Santos. 29 años el primero, 21 el segundo. Uno nacido en Albacete, otro en Sao Paulo. A partir de mediados de agosto jugarán juntos en el Barcelona y el brasileño se beneficiará de los pases y fantasía del español. Ahora, y visto lo que han hecho cada uno de ellos frente a Japón, Nigeria, Italia, Uruguay y Tahití, lo que van a afrontar si ni los italianos, ni los uruguayos rompen los pronósticos, es un duelo para la historia del fútbol. Si gana España demostrará que es la mejor, si gana Brasil podrá mantener su discurso de que el fútbol que sale de sus escuelas está por encima del resto.

Si nos atenemos a los datos de los últimos años, España está por encima. El rugido de Maracaná intentará amedrentar a los once que salten en la noche del domingo a ese estadio mítico, desde Iker Casillas a Álvaro Arbeloa que tendrá como rival para correr y descorrer el lateral a su compañero en el Madrid, Marcelo. Igual de interesante ese cara a cara como el que mantendrán Xavi y Óscar o Hulk y Sergio Ramos, dos potencias explosivas en las que ya se adivina el choque de dos trenes de alta velocidad.

Todos queremos que esa sea la final. Es el sueño de millones de espectadores en todo el mundo. Ningún otro encuentro tendría ese poder de atracción. Es tambien el choque de dos Continentes, de dos espacios geográficos, de dos situaciones económicas, de dos futuros: la Europa en crisis y en plena transformación de su historia y de sus señas de identidad, y la América en pleno desarrollo de sus posibilidades, deseosa de ocupar el lugar que le corresponde en el mundo del siglo XXI.