La guerra por el mercado de la telefonía en nuestro país apenas ha empezado. A la caída del número de móviles por la crisis y los cambios en la cúpula de la operadora española por excelencia, se une desde hace unos meses la venta de Yoigo, la filial de la compañía sueco-finlandesa TeliaSonera, que controla el 76,6 % del capital, seguida de las constructoras ACS, con el 17, y FCC con el 3,4.
Si en un principio los candidatos favoritos a quedarse con la cuarta empresa del sector en España eran precísamente la segunda y tercera operadoras, hay que tener en cuenta tres nuevos elementos que pueden ponerles las cosas más difíciles; por un lado la propia regulación comunitaria de la competencia, que depende de forma directa del comisario Joaquín Almunia, que dará algunas pistas sobre sus intenciones respecto a Yoigo y España cuando a finales de noviembre se pronuncie respecto a la compra de la filial de Orange en Austria por parte del grupo Hutchison, un grupo radicado en Hong Kong y que desea crecer en Europa a partir de la adquisición de terceras y cuartas marcas en distintos mercados nacionales. Por otro lado, otro de los grupos que han desembarcado en Europa con intención de quedarse y crecer en el mercado de las telecomunicaciones tras comprar el 25 % de la holandesa KPN, es el mejicano America Movil, propiedad del que aparece en la lista Forbes como el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, un permanente dolor de cabeza para Cesar Alierta en Hispanoamérica y que cuenta con el asesoramiento y complicidad de su amigo, el ex presidente del Gobierno, Felipe González. Por último, y en tercer lugar está la propia Telefónica, que si bien tendría dificultades de financiación debido a su actual endeudamiento y la reciente decisión de anular el dividendo para rebajar la presión de los mercados, puede buscar la asociación con alguno de sus socios externos, como por ejemplo la china Unicom. Este es uno de los desafíos estructurales a los que el nuevo número dos de Telefónica, Alvarez Pallete, tiene que enfrentarse tras haberlo hecho durante su estancia en Iberoamérica y las zancadillas de todo tipo que le fue colocando el magnate mejicano.
El precio que podrían haber fijado los sueco-finlandeses estaría en torno a los mil millones de euros, que si el comprador buscara el cien por cien del capital tendría que incrementarse en otros 250 dadas las participaciones de las dos constructoras españolas, ambas deseosas de obtener nuevos ingresos que les rebajen de sus propias situaciones financieras, de forma muy similar a lo que está ocurriendo con la francesa Vivendi y su presencia en la segunda operadora gala (SFR), además de sus negocios en Brasil y Marruecos. Otras opciones de inversión para Vodafone y Orange, esta última además contaría con el "apoyo" institucional y encubierto por la normativa europea del gobierno de Hollande, muy dado como todos los anteriores a proteger a sus empresas de la voracidad de los inversores foráneos. y si vale con un ejemplo, se lo pueden preguntar en estas fechas a Joaquín Rivero y a Soler.
Las licencias de Yoigo provienen de la antigua Xfera ( con ACS de socio mayoritario, una de las buenas-malas operaciones de Florentino Pérez ) a través de dos concursos en los que se hacia incapie en que ninguna otra operadora presente podría acceder a las licencias de 3G, una "cuestión" muy importante pues en el juego de tener y no tener las capacidades operativas de banda ancha y megaherzios son básicas a la hora de estimar beneficios futuros.
Los tres millones y medio de clientes que tiene Yoigo son una tentación para cualquiera de las grandes, y por supuesto para los fondos de inversión que están aterrizando en España a la sombra alargada de la crisis, en busca de oportunidades mucho más baratas que hace unos meses, como pueden ser en este sector Apax y Doughty Hanson que ya han mantenido conversaciones con TeliaSonera. Y si, por un lado, están los clientes, por otro está la estrategia de cualquier batalla empresarial a nivel mundial: si tu rival es débil en un escenario o tiene que invertir muchos recursos en el mismo, estará más débil y con menos posibilidades en otro de los frentes. Algo que es válido para la dura estrategia de Carlos Slim, pero también para franceses y alemanes.
