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Inés entierra sin honores a Albert
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Inés entierra sin honores a Albert

lunes 08 de junio de 2020, 13:55h
Convencida de que iba camino del cementerio político, Inés Arrimadas ha cambiado su “ataúd” por el de Albert Rivera. Mejor enterrar a su ex-jefe y mentor que desaparecer engullida por las arenas movedizas del PP y Vox, entre las que se movía el antiguo presidente de Ciudadanos.

El pacto de la actual líder del partido naranja con el Gobierno de Pedro Sánchez para aprobar las dos últimas prórrogas del estado de alarma no puede limitarse a dos votaciones en el Congreso. Sería un despilfarro político, un cambio de dirección inexplicable. Demasiado riesgo para tan poco fruto. Ni Arrimadas, ni Sánchez apuestan tan poco en los desafíos que afrontan en sus experiencias políticas.

Lo que ha ocurrido antes, durante y en el después de las dos votaciones parlamentarias es la crónica de una de tantas muertes anunciadas cuando se abandona el poder. Albert Rivera huyó tras la debacle electoral y dejó el partido sin liderazgo definido y sin rumbo. Arrimadas tenía que negociar una rendición ante el PP de Pablo Casado, para ir desapareciendo poco a poco del escenario nacional y de los escenarios autonómicos y municipales - de la misma forma que lo hizo la UP y D de Rosa Díez - o intentar la supervivencia de las siglas regresando al centro político que Rivera y una parte de la dirección de Ciudadanos había abandonado para formar el tripartito de derechas, tanto en Andalucía, la primera, como en Murcia, Castilla y León y Madrid, la auténtica joya de la corona por la relevancia de la Comunidad y el Ayuntamiento de la capital.

Los últimos sondeos- con todas las reservas que hay que hacer en un periodo no electoral como el que estamos - confirman que el cambio de dirección ha sido positivo. Ciudadanos tiene pactos con el PP en crisis y hasta en grave crisis como el de Madrid, y bien sujetos en apariencia como el de Andalucía y el de Múrcia. En mitad del sí y del no está el que mantiene al gobierno regional con sede en Valladolid.

Todos los proyectos de crear y mantener un partido de centro en España han fracasado hasta ahora. Fracasó Adolfo Suárez tras abandonar la UCD y fracasó Rosa Díez tras abandonar el PSOE. Antes había fracasado el experimento liberal de Antonio Garrigues, Miguel Roca y Florentino Pérez. De estos tres últimos, dos regresaron o crearon sendos bufetes de abogados y otro se convirtió en un líder empresarial y deportivo a nivel mundial. De la derrota de 1986 al éxito personal en el siglo XXI.

Rivera lo intentó y terminó estrellándose al intentar “pasar” al conservador Partido Popular por su derecha. En pleno cambio de objetivos se encontró con un protagonista imprevisto, Santiago Abascal y Vox. Intento separarse del indudable posicionamiento en la ultraderecha, aceptando los votos pero no la presencia en los gobiernos de Autonomías y grandes Ayuntamientos - en los que se necesitaban conformar mayorías para gobernar frente a las izquierdas del PSOE y Podemos - pero le resultó imposible. Abandonó, fichó por el bufete Martínez Echevarría como presidente ejecutivo, se hizo acompañar por su número dos en el partido, José Manuel Villegas y centró su atención profesional en Andalucía y Madrid, dos autonomías en las que Ciudadanos es pieza básica para que el PP mantenga el poder.

Un cambio de alianzas políticas por parte de Arrimadas pueden modificar las expectativas del bufete y de la vida como abogados de Rivera y Villegas. Cambiar al PP por el PSOE en Madrid parace más fácil que hacerlo en Andalucía. Juan Marín está cómodo con el presidente Moreno Bonilla, todo lo contrario de lo que le ocurre a Ignacio Aguado con Díaz Ayuso. Mientras se mueven las fichas en estas partidas de ajedrez a tres bandas, Vox y Santiago Abascal intentan no caer por la pendiente del bipartidismo, endureciendo aún más su discurso y logrando que Pablo Casado y una parte del Partido Popular lo hagan. Y todos esperando a los resultados del 12 de julio en Euskadi y Galicia.