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Aznar y González el duo Sacapuntas contra Sánchez
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Aznar y González el duo Sacapuntas contra Sánchez

martes 03 de marzo de 2020, 11:11h
Dedicados a bien remuneradas asesorías y aún mejores pagados consejos de administración a nivel internacional, Felipe González y José María Aznar han olvidado sus rencillas personales y políticas. Han regresado del frio exterior al que estaban condenados por sus sucesores y hoy forman el más famoso de los duos críticos contra el actual Gobierno.

En un país como el nuestro, tan rico en dúos cómicos, durante 23 años uno de los más famosos y televisivos fue el que formaron Juan Rosa - alias el Pulga - y Manolo Sarria - alias el Linterna - con un humor de acidez suave y lugareña que aprovechaba la diferencia de estatura entre ambos para convertirla en un elemento más del espectáculo. Tomaron el nombre de “Duo Sacapuntas” tal vez por recordar el instrumento colegial indispensable de su infancia.

Ese sacapuntas que inventó en 1828 el matemático francés Bernard Lassimone permitía afilar la punta de grafito de los lápices a base de quitar con la cuchilla que incorporaba las láminas de madera. Eran los tiempos de escribir y borrar en negro sobre blanco, dejando la pluma para las tareas más nobles y antes de la llegada masiva de los bolígrafos baratos.

Esa misión de afilar con la cuchilla permanece inalterable y es el mercado el que ofrece el útil instrumento en varias y muy diferentes versiones, desde el hecho en plástico y con una sola abertura, que no llega al medio euro de precio, hasta el más sofisticado y eléctrico que sobrepasa los cincuenta. Si no se presta atención y se quieta demasiada madera, el grafito se rompe; y si se deja que la madera oculte en demasia la punta se podrá utilizar muy poco tiempo. La virtud está en el equilibrio.

Trasladado el utensilio al humor más básico sirvió para hacer reir a varias generaciones de españoles. Desaparecido el duo original por la muerte en 2002 de uno de sus componentes ha reaparecido en la escena política de la mano y voz de los dos expresidentes, cada uno genuino represenante del bipartidismo imperfecto que ha gobernado este país hasta las elecciones de 2019 y el actual Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Podemos. Olvidado el equilibrio protagonizan actuaciones demasiado afiladas, la mayor parte de las veces, y con argumentos con demasiado grosor en la madera que emplean como para ser tenidos en cuenta.

Ni a Felipe González le gusta Pedro Sánchez en su doble condición de presidente del Gobierno y secretario general de su partido; ni a José María Aznar le gustaba Mariano Rajoy en su doble condición presidencial.

Descontentos y marginados llevan varios meses empeñados en criticar con la máxima dureza cada una de las acciones de su sucesor en el palacio de La Moncloa, sobre todo en lo que se refiere a sus decisiones sobre Cataluña y los dirigentes independentistas, y la presencia de “comunistas bolivarianos” en el Ejecutivo.

Entre lo malo y lo peor, sin mezcla de bien alguno, los que fueran líderes indiscutibles de sus partidos, hablan y pontifican juntos o por separado pero en la misma dirección contra lo que consideran las peligrosas iniciativas de gobierno de Sánchez y sus acuerdos con el comunista Pablo Iglesias y los rupturistas catalanes que se agrupan bajo las siglas de JxCat, ERC y la Cup.

Creen Sánchez y Aznar que España está en peligro y que su evangélica misión es denunciarlo. Se olvidan de sus numerosos e interesados pactos con Jordi Pujol y Artur Más, por un lado, y Xavier Arzalluz y José Antonio Ardanza, por otro, para mantenerse en el poder y que están en el origen de los males actuales que denuncian. Dejan en el baúl de los recuerdos sus cesiones a los partidos nacionalistas, desde Cataluña al País Vasco, para que les facilitaran sus investiduras. Y ocultan de forma vergonzosa que sus actuales críticas obedecen tanto a revanchas personales por el alejamiento del poder al que les han sometido Rajoy y Sánchez, como a deseos de influir en la marcha del estado pese a no tener represenación política en la estructura del mismo. Ni en la de sus partidos de origen. Eso sí, cuentan con infiltrados, submarinos, espías más o menos durmientes en el seno del PSOE y del PP. También en otras estructuras del estado, desde la Judicatura a los Servicios de Seguridad. Todos los que parecen olvidar que España ha cambiado y que con Sánchez, Iglesias, Casado, Urkullu y Junqueras, o sin ellos, nunca volverá a ser como lo era en el último tercio del Siglo XX. Y que si de verdad quieren ayudar a la construcción del futuro de nuestro país deberían dejar los “sketchs” tremendistas para plantear opciones de gobernanza en base a su propia experiencia.

“Pulga” y “Linterna” de la actual situación política española, cargada de inestabilidad por la desaparición del bipartidismo; deseosos de retornar a los viejos tiempos en los que los acuerdos tácitos “bajo la mesa” propiciaban la aparente estabilidad del sistema, Felipe y José María se empeñan en afirmar y demostrar que han vuelto para quedarse. El socialista tendrá que esperar a una derrota del actual líder del PSOE para lograr su objetivo final, por más ovaciones que reciba en privado de antiguos colaboradores, algunos con poder real en autonomías. El popular ha encontrado en la debilidad del liderazgo del actual líder del PP el mejor caldo de cultivo para sus aspiraciones, y lo demuestra.