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Casado quiere un duelo espalda contra espalda con Pedro Sánchez
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Casado quiere un duelo espalda contra espalda con Pedro Sánchez

lunes 24 de febrero de 2020, 10:03h
La intención de Pablo Casado al imponerse “manu militare” a Alfonso Alonso es clara y obedece a la meta que se ha impuesto: contener lo más posible a Vox por su derecha y eliminar cualquier fuerza que esté en medio del PP y del PSOE. Espalda contra espalda con Pedro Sánchez.

Duelo con padrinos pero sin intermediarios. Sus aparentes cesiones a Ciudadanos buscan la desaparición del color naranja del tablero político. El peligro de la arriesgada y tal vez necesaria operación está en que los resultados de las urnas dentro de 43 días sean peores de los que pronostican los sondeos.

Si el PP del País Vasco no consigue los 9 escaños en el Parlamento autonómico que tuvo en 2016 Pablo Casado tendrá un nuevo problema sobre su liderazgo. La guerra interna con Alfonso Alonso se ha cerrado con un ordeno y mando pero la crisis sigue y no tiene visos de remitir. El pacto con Ciudadanos, pensando en una futura absorción ya tiene un precio.

El presidente de los populares y su segundo, García Egea, han diseñado un futuro para el partido que pasa por mantener la dureza en el discurso para intentar que no se vayan votos hacia Vox, mientras cobija a Ines Arrimadas y los pocos de los suyos para que terminen dentro de lo que llaman “el gran partido de la derecha en España”

Es su manera de entender que entre el PSOE y el PP no puede haber ninguna fuerza política. Los socialistas ya tienen a Podemos a su izquierda, lo que les sitúa en esa parte del ancho centro; y ellos, los populares, ya tienen a Vox. La existencia de Ciudadanos era y es un estorbo.

Para quitar el estorbo había dos caminos: dejar que se diluyeran poco a poco a través de sucesivos desastres electorales, desde Galicia a Cataluña pasando por Euskadi; o plantear una fusión por absorción de forma rápida y menos traumática dejando que el experimento de Navarra se pudiera extender al resto del estado. Tal vez, por esa razón, han registrado el nombre de España Suma, una forma de superar las actuales siglas.

La meta buscada por Casado y Egea podría ser que el propio PP desapareciera para enterrar el pasado de conflictos y casos judiciales. Un nuevo nombre para una formación que englobara a las tres derechas actuales. Ya ha pasado en Francia y en Italia con las fuerzas políticas tradicionales. Y en España con la izquierda que representaba el PCE, primero con Izquierda Unida, y ahora en su unión con Podemos.

Dependerá de los resultados del 5 de abril en Euskadi y Galicia el camino que elijan los actuales mandamases de la calle Génova. Un dato: en las elecciones autonómicas de 2016, el PP consiguió 107.357 votos mientras que Ciudadanos se quedó en 21.362. Tres años más tarde, en las generales del pasado Noviembre, el PP perdía 5.000 apoyos y Ćs otros trece mil. ¿Quién recogió esos votos y los dobló ?. La respuesta está en Vox, que de 774 votos en 2016 pasó a 28.659 tres años más tarde.

Ese riesgo por su derecha lo tiene Casado en Euskadi y en Galicia. También en Cataluña, la autonomía en la que cuando se convoquen las elecciones lo más seguro es que ni Ciudadanos, ni el PP repitan los últimos resultados. Ni juntos, como parece, ni separados.

En Galicia, Núñez Feijóo ha demostrado que la fuerza de los líderes regionales en las autonomías las da y las quita el poder. Alonso quería hacer lo mismo que su colega gallego pero carecía del gobierno. Si el actual presidente repite mayoría absoluta, el mérito será suyo. Y si tiene que pactar con Vox para conseguir los escaños necesarios en el Parlamento para su investidura, la negociación la hará él, no se hará desde la sede central de Madrid.

Si Feijóo pierde el Gobierno, la culpa tampoco será suya, se le atribuirá a la política de pactos y confusión alentada desde la presidencia nacional del partido. Meses complicados y turbulencias externas e internas, con guerra en las urnas y en los juzgados. Hasta ahora Pablo Casado ha logrado sobrevivir tanto por mejorar los resultados del PP en noviembre como por la desbandada producida tras la pérdida del Gobierno de Mariano Rajoy. Tuvo que administrar una caída a los infiernos. Se dejó la barba y se sintió más seguro. Temía que le confundieran con Albert Rivera.