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10 años que no han cambiado las mayorías en Cataluña
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10 años que no han cambiado las mayorías en Cataluña

lunes 25 de noviembre de 2019, 14:24h
Diez años para que apenas se noten los cambios en Cataluña. Las caras y los nombres de las formaciones políticas, sí, pero las ideas que se presentan a su aprobación en las urnas, no. Se defiende de forma muy mayoritaria el concepto de nación y el federalismo, ya sea con Artur Más en 2010 o Quim Torra en 2019.

La mayoría de los catalanes que pueden y ejercen su derecho a votar, tanto en las elecciones generales como en las autonómicas, quieren que Cataluña sea reconocida como nación dentro de una España federal. Lo han dicho en las urnas, tanto el 28 de abril como el 10 de noviembre; y tanto. Independencia no, diferencia si.

Tras un agotar calendario político de cuatro elecciones autonómicas celebradas en apenas siete años ( 2010/2017 ), cinco generales ( 2015/2019 ) en cuatro, más tres municipales ( 2011/2019) y dos europeas ( 2014/2019 ) el retrato que se dan los catalanes a sí mismo cambia muy poco. La mayoría quiere ser diferente y tener una situación distinta como Comunidad dentro de España. Eso dicen los votos.

Han cambiado las siglas con las que se presentaban algunas formaciones, y han cambiado todos de candidatos pero los porcentajes alcanzados en las urnas por los bloques que representan son casi idénticos:

En 2010, con Artur Más de candidato por parte de Convergencia i Unió, el grupo mayoritario que representaba a la acomodada burguesía catalana, obtenía en las urnas autonómicas 62 escaños de los 135 que formaban y forman el Parlament, con el PSC de José Montilla en segundo lugar con 28, el partido Popular de Alicia Sánchez Camacho con 14 era tercero, mientras que la IU de Joan Herrera y la ERC de Joan Puigcercós se quedaban en diez. Albert Rivera era el candidato de Ciudadanos, antes de su salto a Madrid, y conseguía 3 asientos en la Cámara catalana y el ex presidente del Barcelona, Joan Laporta, lo más parecido a un Vox catalán o un Teruel Existe, se alzaba con cuatro escaños.

Los que querían claramente la independencia sumaban 72 escaños, apenas un 53% del total de los representantes políticos a los que habían votado los ciudadanos, pero sumados a éstos estaban los que ya pedían un régimen fiscal especial, un reconocimiento de la identidad nacional y un “encaje federal” en España. La suma de los votos y el porcentaje de escaños en el Parlament cambiaba de forma muy notable: cien escaños a favor de la diferencia que representaban el 74% de las papeletas que salieron de las urnas.
¿Qué ha pasado desde entonces?. Han cambiado las caras, los nombres, se han sucedido los escándalos, las decisiones políticas enjuiciadas en los tribunales y las correspondientes sentencias pero las voluntades ciudadanas que se expresan en las urnas se parecen mucho.

En 2012, los partidarios de la independencia llegaron a tener 74 representantes en el Parlament entre Juntos por Cataluña, Esquerra Democrática y la CUP, mientras que los “defensores de la estructura del estado tal y como está” llegaban a 28 escaños y los que se colocaban en el eje central, PSC y el antecedente de Podemos, conseguían los mismos que iban a tener cinco años más tarde.

En 2017, últimas elecciones autonómicas, el ganador es Ciudadanos, con Inés Arrimadas como cabeza de cartel, que consigue 36 escaños. Sumados a los del PP, Ciudadanos y Vox, el grupo claramente españolista, el que nada cambie en la situación actual, ni reconocimiento nacional, ni federalismo, alcanzó los 40, con los populares como único “socio” ya que Vox se quedó en cero.

El “bloque federalista” que integraban los socialistas con la deriva de siglas desde la base de Izquierda Unida a Podemos, se tenían que conformar con 25 mientras que los partidarios de la independencia encabezados por Carles Puigdemont ( JxCat) , Oriol Junqueras / ERC ) y Carles Riera (CUP ), llegaban a los setenta escaños.

Si trasladamos votos y representación a porcentajes veremos que los 40“españolístas” defensores del que nada cambie representaron al 30 por ciento de los ciudadanos que acudieron a las urnas; que los partidarios más radicales llegaron al 51 por ciento; y que los “moderados” entre ambos grupos se tenían que conformar con un 18´5%. De la misma forma que siete años antes, al unir independentistas con federalistas los porcentajes cambian de forma igualmente radical y se colocan en apenas cinco décimas menos que en 2010.

En esas cifras están las claves del último manifiesto de los socialistas catalanes que ha dado a conocer su secretario general, Miquel Iceta. Es ese 70 por ciento el que quieren representar: nacionalismo moderado, reconocimiento de una identidad propia y cambios constitucionales que hagan de España un país federal, bien sea bajo forma monárquica o republicana.

Es parte de la negociación política dentro del Congreso, una maniobra para lograr los votos que necesita Pedro Sánchez para su investidura, pero también la expresión política de unos deseos de la gran mayoría de los ciudadanos catalanes, de aquellos que se sienten diferentes o que desean ser diferentes para, en teoría, mejorar su situación personal y económica. Un deseo que nace en las élites empresariales catalanes y en su tradicional burguesía elitista y que se ha trasladado a la mayoría de la población tras 40 años de cesiones y concesiones - no sólo económicas, también culturales - por parte de los distintos gobiernos centrales y sus presidentes.