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El dilema de Sánchez: gira a la izquierda o cambia a la derecha
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El dilema de Sánchez: gira a la izquierda o cambia a la derecha

jueves 30 de mayo de 2019, 13:48h
Las dudas de Sánchez son fáciles de entender. O intenta gobernar hacia la izquierda o lo hace hacia la derecha. Con Podemos o con Ciudadanos. Con Iglesias en horas muy bajas o con Rivera necesitado de romper con el PP.

Los militantes y votantes del PSOE, hasta ahora, prefieren que el “coche” gubernamental se desplace por la izquierda. La España financiera y la Europa del BCE y la Comisión empujan hacia la derecha. El presidente del gobierno puede hacer caso al CIS de Tezanos o dejarse “seducir” por los susurros de Macron.

Llegar a 176 escaños con seis grupos o a 180 con dos, en ambas opciones aseguras la investidura. En el primero tiene que sumar a la opción que prefieren tus votantes, que es aliarte con Podemos, a cuatro partidos nacionalistas y regionalistas de otras tantas autonomías. En el segundo te bastaría con cerrar un gran acuerdo con Ciudadanos.

El dilema es tener una Legislatura “tranquila” o cuatro años de choques continuos a cara de perro con la oposición. Es contar con el apoyo de la nueva Europa que quiere ser liberal y socialdemócrata y poder colocar a dos españoles en los órganos de gestión europeos; o ir contra corriente, quedarte aislado y no tener representantes en los puestos de importancia.

Si caminas por la izquierda a nivel nacional te tendrá que olvidar de grandes esferas de poder a nivel autonómico y municipal, tanto por los votos conseguidos en cada territorio como por la dificultad de negociar de forma trasversal con fuerzas de derechas e izquierdas.

Si vas por la derecha te basta con un interlocutor y los dos tenéis cuatro años por delante para convencer al país que habéis hecho lo mejor por la estabilidad y la riqueza y que ésta ha llegado a todos; un sacrificio ideológico por ambas partes y una confluencia en el centro.

Si mantienes el marco de acuerdos previo a las elecciones del 26 de mayo, te tendrás que olvidar de gobernar en Madrid, en Aragón, en Murcia, en Castilla y León; y unos cuantos ayuntamientos de capitales de provincias. Si los cambias, en esos mismos lugares, tendrás una buena parte del poder tras negociar el reparto con tu único socio. E incluso poner sobre la mesa el poder en Andalucía.

En el otro lado de la mesa o de las mesas están: un Albert Rivera que necesita tener poder directo y primer plano, mucho más de lo que le dan sus 57 escaños en el Congreso y su vicepresidencia andaluza. El PP de Pablo Casado no le puede dar más sin pasar por Vox, y Santiago Abascal, con toda lógica, quiere que la “boda” sea legal y no seguir como concubina de los otros dos.

Con el PP será fagocitado en cuatro años. Con el PSOE ganará imagen de estado. Con el PP tendrá que estar de forma continua en las trincheras de toda España. Con el PSOE se hará un “nombre” a nivel internacional y tendrá poder real desde el gran reparto que se está haciendo tras las cuatro elecciones.

Rivera, Villegas y compañía tienen que cambiar los discursos pero el “interés de España” siempre encuentra las palabras adecuadas para justificar ese cambio. Cuarenta años avalan ese principio. Arrimadas y Villacís, por poner dos buenos ejemplos, ya lo han hecho.

En las otras mesas, Pedro Sánchez se encontrará con Pablo Iglesias y su necesidad de conseguir poder para mantener en pie a Podemos sabiendo que otras elecciones le dejarían con menos de la mitad de esos 42 escaños. Con un PNV crecido y constante que contaría con un “escudero” igual de crecido y constante como es Bildu. Y los obligados peajes de los pequeños, de Coalición Canaria, de Compromís y de los Regionalistas de Cantabria. Demasiadas peticiones encontradas y un enorme esfuerzo y desgaste a padecer durante cuatro años.

El presidente en funciones y secretario general del PSOE, con dominio en la Mesa de las dos Cámaras tiene a su favor el tiempo. Decidirá cuando convocar el Pleno de Investidura y si acepta o no conseguir la presidencia a la primera o con mayoría simple. Mariano Rajoy aguantó seis meses y en la Bélgica que vuelve a estar”sin gobierno” pasaron de los 500 días.

Sentado en el despacho de La Moncloa se negocia mejor que desde el exterior. La presión vendrá desde las autonomías y los ayuntamientos. Escenarios de desgaste para todos.