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Rivera, Valls y el “lado oscuro” de Ciudadanos
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Rivera, Valls y el “lado oscuro” de Ciudadanos

domingo 22 de abril de 2018, 23:02h
Si no puedes ser presidente de Francia, intenta ser alcalde de Barcelona. Y si no puedes ganar las primarias del Partido Socialista francés, deja que el presidente del español Ciudadanos te abra camino hasta convertirte en candidato para gobernar la capital catalana. Sillón con sillón se paga, y los mismos que intentaron que el antiguo primer ministro con François Hollande le sustituyera en el Eliseo, son los que le han susurrado en los oídos a Albert Rivera para que le incorpore a sus listas de junio 2019, una sorpresa que no es tan grande si miramos los pasos dados por el barcelonista Valls durante los últmos meses.

El líder de Ciudadanos tiene dos equipos: el que vemos a su lado de forma pública y en el que se integran varios líderes regionales - como consecuencia de su propio desarrollo absorviendo a partidos locales y territoriales - junto a los más conocidos portavoces en el Congreso y en los principales Parlamentos autonómicos; y el que no se ve y le dota de una estrategia internacional y unos apoyos que explican la presencia del exmandatario francés nacido en la Ciudad Condal.

Vemos a José Manuel Villegas, a Juan Carlos Girauta, a Luís Garicano, a Juan Marín, a Ignacio Aguado o la exitosa Inés Arrimadas y a una buena colección de rostros famosos y televisivos como Marta Rivera, Arcadi Espada, Javier Nart o Felix de Azua. La necesidad de cambio político frente a los dos grandes bloques que han dominado nuestra democracia desde 1978 se une en una gran mayoría de loos casos al “ocurecimiento” que estaban sufriendo en sus antiguas “casas políticas”. Ciudadanos aún no es un partido político tal y como se ha entendido hasta ahora y es posible que no lo sea nunca; al igual que no lo es Podemos. Tienen más de movimiento alternativo y bastante desestructurado que de formación vertical y obediente a unos postulados de izquierda y derecha.

Es evidente en la formación morada que lidera Pablo Iglesias tal y como estamos viendo en sus conflictos internos en Madrid y Andalucía, en la que se disputan posiciones individuales pero todas a la izquierda. Y es mucho más evidente en la formación naranja que de definirse como de centroizquierda y con ideología socialdemócrata en 2007 ha pasado a ser liberal y de centro derecha - e Incluso de derecha pura y dura - desde 2016, sobre todo tras el triunfo en las elecciones catalanas de diciembre de 2017.

Ciudadanos ideológicamente se asienta sobre arenas movedizas. Sus principales teóricos en economía son Luís Garicano y Manuel Conthe, dos firmes defensores de recortar poderes al estado y dejarlos en manos de la iniciativa privada, que comulgan casi al cien por cien con las tesis del Fondo Monetario y que incluso ven al Banco Central Europeo como demasiado intervencionista y escorado hacia la izquierda. A partir de esa base “económica” las medidas sociales entran en el populismo individualista.

El vetusto y casi olvidado Adam Smith le estará haciendo guiños a Hayek y Friedman a costa de Galbraight y Keynes ( perdón por citar a sólo cuatro de los padres del moderno pensamiento económico y financiero que mueve nuestro abierto y multidisciplinar mundo )viendo como 300 años después de dejar escrito “la Riqueza de las Naciones”, la libertad del individuo como generador de riqueza que tanto defendió ha creado tantos santos como monstruos. Que Garicano y Conthe elijan donde colocarse.

Esta España nuestra tiene una enorme virtud para el resto de los países. Somos un campo de experimentación estupendo. La mayor parte de las veces sufrimos y mucho por ello. Basta con comprobar nuestra Guerra Civil, cuyos orígenes parece que algunos de nuestros políticos grandes y pequeños se esfuerzan por resucitar.

El experimento Valls es más que interesante si queremos descubrir qué tipo de Europa desean conformar una parte de sus dirigentes. Transversalidad nacional, ruptura de fronteras, identidad política frente o junto a la inestable identidad monetaria que se ha construido. Es de agredecer que el avispero catalán se mueva y que obligue a moiverse a otros en el resto de España. Que la anquilosada estructura de los partidos deje de ser monolítica. Otra cosa es que Manuel Valls pueda ser un buen candidato para destronar a una vacilante y cuestionada Ada Colau, que pueda ser un buen alcalde y que se conforme con el puesto. Demasiada ambición para que se quede entre las cuatro paredes de la Ciudad Condal. La parte “oscura” de Ciudadanos ha acelerado la toma de decisiones y lo vamos a descubrir paso a paso, nombre a nombre, que los dirigentes del partido, los militantes y los votantes se preparen para muchas más sorpresas.