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El efecto andaluz y la reacción química en la derecha española
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El efecto andaluz y la reacción química en la derecha española

domingo 09 de febrero de 2020, 23:58h
La obsesión que parece embargar a Inés Arrimadas y, en menos medida, a Pablo Casado para presentarse de forma conjunta en Cataluña, Euskadi y Galicia tiene mucho de “salvavidas” y muy poco de análisis riguroso.

Si en Andalucía gobierno Juanma Moreno es gracias al acuerdo entre el PP, Ciudadanos y Vox. Y si de algo están de acuerdo todos los líderes políticos es que si en Andalucía no se hubiera presentado Vox, la mayoría de los votos que consiguió la formación de Santiago Abascal no habrían ido al PP y menos aún a Ciudadanos. Se habrían quedado en la abstención. Consecuencia: Susana Díaz sería la presidenta del Gobierno andaluza y, tal vez, Pedro Sánchez no sería el presidente del gobierno español.

Nunca será posible comprobar este “regreso al futuro” que ya hemos vivido. Sánchez ganó dos elecciones, consiguió los apoyos necesarios en la última investidura mientras que su compañera andaluza se encuentra al frente de la oposición y con problemas serios de liderazgo en su tierra. Mientras tanto y sin la “victoria” en las elecciones autonómicas del uno de diciembre y la posterior negociación entre las tres fuerzas de la derecha - de forma vergonzante por parte del Ciudadanos de Albert Rivera - lo que ha pasado tras las Autonómicas de mayo de 2018 es difícil que hubiera tenido lugar.

Gracias a los acuerdos entre PP y Ciudadanos para repartirse gobiernos y mantener el apoyo externo de Vox, los compañeros de Pablo Casado están al frente de los Ejecutivos de Madrid, Murcia y Castilla y León. A los que hay que sumar el emblemático Ayuntamiento de la capital. Es el efecto andaluz el que desencadena la posterior reacción, con la ayuda de otro ingrediente que completó la fórmula que hoy reivindican, sobre todo, desde la formación que dirige “en funciones” Ines Arrimadas, y que es la de Navarra Suma.

La cruda realidad, mal que le pase a los actuales dirigentes de Ciudadanos, es que el Partido Popular no les necesita, y en Vox mucho menos. Arrimadas y compañía puede que ganen el Congreso de su partido en marzo, pero perderán el futuro del mismo. La lista única puede que lleve a los Parlamentos regionales a alguno de los líderes en las autonomías pero nada más. Y a lo peor, ni eso.

Si ya en siete encuestas aparecía el poco aprecio que los ciudadanos de las tres Comunidades que van a ir a las urnas este año tenían a ese tipo de unión, la de este fin de semana que publica La Vanguardia no hace más que confirmar lo erroneo de esa intención electoral. Las tres derechas juntas - o las dos si Vox decide ir por libre -lo único que logran es aumentar los votos nacionalistas, por un lado, y los de la izquierda de forma global.

Vamos a repetir los datos que aporta Narciso Michavila desde Gad3, que coinciden con lo que piensan en la gran banca y en la gran empresa catalanas: negociación entre el gobierno central y el gobierno autonómico, si; consulta sobre la independencia, no. Y un exclusión muy significativa: que Puigdemont se mantenga alejado de las conversaciones.

El dibujo de ese futuro Parlament va en la misma dirección: los 24 escaños que perdería Ciudadanos se repartirían así: cuatro irían a las fuerzas nacionalistas y veinte a las españolistas, con el PSC como gran beneficiado, con diez; el Podemos catalán, con dos; el PP con cuatro; y Vox con otros cuatro. Parece que una alianza en las listas al único partido que le vendría bien es a Ciudadanos.

El instinto político de Alfonso Alonso en Euskadi y de Alberto Níuñez Feijóo en Galicia les dice a ambos que la presencia de los candidatos de la formación naranja no les ayudaría en las urnas. Tienen peso en el PP, sobre todo el segundo, y es difícil que desde la sede madrileña de la calle Génova les convenzan. Es el viejo refrán de “ mejor sólos que mal acompañados”. Puede que esos datos sean la gran baza del sector crítico dentro de Ciudadanos para oponerse a la sucesora de Albert Rivera.

En las urnas, con un electorado cada vwez máas dispuesto a cambiar todas las veces que crea necesario y sin candidatos que despierten un gran entusiasmo, se gana y se pierde por acción y por reacción. La primera es la que ha puesto en marcha Pedro Sánchez con su gobierno de coalición y parece que le puede funcionar electoralmente en este 2020. La segunda es la que provocaría la triple alianza, con ese abandono del centro político y con una buena parte de los electores no acudiendo a las urnas o escogiendo al PSOE como mal menor.