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La guerra de los 100 días que se nos viene encima
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La guerra de los 100 días que se nos viene encima

jueves 09 de enero de 2020, 10:46h

Terminada la primera de las batallas, la guerra continúa. Se van a ampliar los frentes y serán especialmente duros los combates de los primeros cien días de la coalición en el gobierno. Tras los intentos de conseguir desertores entre las filas de los que apoyaban la investidura, los tres ejércitos que integran el gran bloque de la derecha nacional van a cuestionar todas y cada una de las medidas que se tomen desde el Consejo de Ministros.

En el Parlamento las escaramuzas se sucederán en cada pleno. ! Que se vayan preparando Pedro Sánchez, sus ministros y sobre todo el matrimonio que forman Pablo Iglesias e Irene Montero !. Preguntas e intervenciones en cadena tendentes a cuestionar lo bueno, lo malo y lo regular que puedan querer trasladar a los ciudadanos desde las distintas instancias del Ejecutivo. Dará lo mismo que lo planteen los elegidos por Sánchez o lo defiendan los representantes de Podemos. Y habrá un rostro en la diana por encima de los otros, el del vicepresidente. Pablo Iglesias aparecerá con cuernos, rabo y echando fuego por sus endemoniadas fauces en ese retrato que ya se ha confeccionado para entretenimiento del personal.

El Congreso no será el escenario principal. La guerra de guerrillas prevista por ese estado mayor que conforman Pablo Casado, Santiago Abascal e Inés Arrimadas va a aprovechar todas las posiciones de poder con que cuentan en Autonomías y Ayuntamientos. Y por si quedaban dudas, la presidenta madrileña y el alcalde de la capital ya han hecho sonar las trompetas: a cada medida que intenta poner en marcha el gobierno de la Nación, tanto Isabel Díaz Ayuso como José Luís Martínez Almeida la someterán a revisión y, a ser posible anulación, en sus respectivos dominios.

Para apoyar la acción global y que se perciba como tal contarán con sus gobiernos coaligados en Andalucía, Murcia, Castilla y León y La Rioja. La batalla en Galicia será muy distinta. En las anteriores, los gobiernos saben que van a durar hasta 2023 y que en ese tiempo pueden ejercer todas la presión que puedan y que les dejen. No conviene olvidar que los “cañones” desde Madrid llegan a todo el Estado y que también tendrán que hacer frente a su propia oposición, ahora apoyada desde sus compañeros de La Moncloa.

Si los únicos enemigos o adversarios estuvieran en el lado del PP, Vox y Ciudadanos, la estrategia de Sánchez e Iglesias podría basarse en el lado social de las medidas y en su impacto sobre la mayoría de los ciudadanos. No es así. Va a tener enfrente al actual gobierno de Cataluña, que controla en la distancia Carles Puigdemont, con la complicación añadida de una más que posible convocatoria electoral autonómica en Primavera, e incluso un cambio al frente de la Generalitat si se produjera la inhabilitación de Quim Torra y tuviera que dejar paso a otro compañero de partido o de ERC.

Legislatura muy complicada con necesidad de cambios estructurales y personales en áreas tan sensibles como los servicios secretos que dirige el CNI, donde será interesante ver las relaciones entre el teniente general Julio Rodríguez, convertido en jefe de Gabinete de la vicepresidencia, y el general Ballesteros, que tiene todas las papeletas para suceder al también teniente general Felix Sanz Roldán. Y, por supuesto, las cúpulas del Sistema Judicial, unos lugares claves para establecer quienes serán los vencedores y los vencidos en el medio plazo cuando están por terminarse y juzgarse grandes casos de corrupción. Y por qué no, añadir otros que, aparentemente no dependen de las decisiones gubernamentales, como son las presidencias de las grandes compañías y sus consejos de Administración.

Están y estarán los territorios exteriores, desde Europa a las dos Américas, pero esa es una guerra en la que los combatientes de uno y otro bando van a tener aliados y adversarios junto a unas condiciones cambiantes que hacen impredecible el resultado.