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Los sueños imposibles de Pedro Sánchez
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Los sueños imposibles de Pedro Sánchez

jueves 02 de enero de 2020, 14:20h
Inalcanzable Felipe González y sus 202 apoyos en 1982, los sueños parlamentarios de Pedro Sánchez se dirigían, desde el 10 de Noviembre, a conseguir el sí de 189 escaños en el Congreso. Adelantaría a José María Aznar ( 183 en el año 2000 ) y a Mariano Rajoy ( 186 en 2011 ) pero la realidad le puede llevar a tener que conformarse con menos de 170 en la primera votación y tener que esperar a la segunda.

Ll presidente en funciones, candidato y líder del PSOE arranca con sus 120 compañeros de partido ( las “traiciones” parecen descartadas ), a los que sumará los 35 de Unidas Podemos, los tres de Más País y los seis del PNV. A esos 164 podrá añadir, salvo cambios de última hora, los 5 que suman el representante del BNG, los dos de Coalición Canaria y Nueva Canarias, el del PRC cántabro y el de Teruel Existe.
A partir de esas cifra comienzan las dudas y las abstenciones necesarias frente a los 153 votos parlamentarios que ya tiene asegurados la derecha, desde los 89 del PP a los dos de Navarra Suma pasando por los 52 de Vox y los 10 de Ciudadanos.

El gran sueño, la gran aspiración del actual inquilino de La Moncloa, sería conseguir la investidura por mayoría absoluta. Para ello tendría que lograr el apoyo de otros siete escaños más, que podrían llegarle desde Bildu ( 5 ) y la CUP ( 2 ), misión casi imposible. La alternativa : los 13 de ERC convertidos en sí y no en mera abstención.

Dado que soñar es gratis, Pedro Sánchez aspiraba al más difícil todavía: que le dieran su apoyo 189 parlamentarios sentados en el Hemiciclo del Congreso tras dos días de debate. Una forma de superar a los dos dirigentes del Partido Popular que consiguieron sentarse en el palacio de La Moncloa. Cualquier pacto con los compañeros de Puigdemont y Torra le parecía y le parece imposible.

Sánchez confia en su victoria a los puntos el día 7 de Enero. Lo contrario, posible, se presenta como muy, muy improbable. Tendría que unirse en el no, la izquierda radical vasca y gallega y la derecha catalana - que suman 15 escaños - a los 153 de la derecha que encabeza Pablo Casado junto a Santiago Abascal e Inés Arrimadas. Y aún así tendrían que abstenerse los representantes de ERC, y los de los partidos más pequeños, ya sean cántabros, canarios o turolenses.

Todos, grandes y pequeños, quieren poner en valor su representación en el Congreso y fuerzan con declaraciones previas las negociaciones que mantienen con los dirigentes del PSOE, ya se llamen Carmen Calvo, José Luís Abalos o Adriana Lastra. Se trata de arañar ayudas para sus autonomías o provincias con las que justificar ante los ciudadanos lo acertado de su elección. En unos casos para esperar cuatro años o el fin de la Legislatura; en otros, como es el caso de Galicia y Euskadi, para tener argumentos en las elecciones autonómicas que tendrán este mismo 2020. Y, por encima de todos ellos, Cataluña y la casi segura convocatoria a las urnas que hará Quim Torra o la persona que pueda sustituirle si la Junta Electoral Central le deja sin la presidencia de la Generalitat.

Si el día 7 Pedro Sánchez es investido presidente con todas las garantías parlamentarias, su “nueva ilusión” será la aprobación de sus primeros Presupuestos Generales, una tarea que puede ser más complicada y difícil que la de su propia elección. Tendrá que convencer a la izquierda y a la derecha, al margen del carácter nacional o autonómico de las mismas. De partida la primera puede sumar 180 escaños y la segunda 170, pero las posiciones dentro de cada uno de esos dos grandes grupos van a ser muy diferentes. Por ejemplo: parece difícil que las posiciones de la CUP y el PSOE coincidan en el terreno económico; y de igual manera parece aún más difícil que lo hagan el PNV y Bildu.

La gran conclusión: habrá nuevo Gobierno con cuatro o cinco representantes de Podemos a partir del próximo martes, y una muy complicada Legislatura en la que el principal objetivo de Sánchez y el PSOE será “enterrar” de una vez los Presupuestos de Cristobal Montoro bajo la atenta mirada de la Comisión Europea, el Banco Central y el Fondo Monetario.