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Días de tahures políticos con las cartas marcadas
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Días de tahures políticos con las cartas marcadas

lunes 02 de diciembre de 2019, 11:45h
Desde que se sentaron a firmar el pre acuerdo entre el PSOE y Podemos para formar el primer gobierno de coalición desde los años de la II República, no hemos vuelto a ver juntos a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Repartieron las cartas entre el resto de jugadores y son éstos, desde Adriana Lastra y Carmen Calvo a Irene Montero y Pablo Echenique, los que están disputando el tan temido torneo de poker descubierto.
“La noche de tahures” que describe en su novela Raúl del Pozo bien puede adaptarse a la situación política de estos meses. Los jugadores se sientan a la mesa con la convicción de que sus compañeros van a hacer todas las trampas posibles y que puede que las cartas estén marcadas desde su origen.
No hay amigos, tan sólo rivales peleando por la mejor jugada posible, incluido el “farol” que siempre ayuda. Ni Sánchez, ni Iglesias pueden levantarse y decir adiós a un pacto que necesitan para evitar el aluvión de “acreedores” que se les echaría encima. Lo mismo les ocurre al resto con más o menos premura. Puede que a los representantes canarios les valga tanto un gobierno de izquierdas como uno de derechas. Sus dos representantes apoyaron el no de Casado y ahora están por el sí a Sánchez. Y algo similar se puede decir de los solitarios votos cántabros y turulenses.
De la habilidad del PNV de Iñigo Urkullu no existen dudas. Han negociado durante 40 años con el PSOE y con el PP y siempre con buen provecho para sus siglas y para Euskadi. Quieren avanzar en su propio proceso de autodeterminación sin provocar al Estado, con la lentitud de la tortuga pero con la misma determinación, bien pertrechados con su coraza de primer partido en su territorio, con el añadido de que pueden presentarse, y lo hacen, como dique vasco frente a la izquierda abertzale.
Ese era el papel que debía jugar la antigua CiU. Lo hizo hasta que las prisas de Jordi Pujol y Artur Más por protegerse de forma personal y judicial alteró los tiempos y los pactos. De tortuga pasaron a ser liebres y fueron apartados del juego y de la mesa. Sus sucesores, lo mismo dan Carles Puigdemont y Quim Torra que Oriol Junqueras creyeron que llevaban un póker entre sus manos cuando en realidad eran dobles parejas.
Perdieron en el envite y ahora tratan de “rescatar” su apuesta aprovechando la debilidad del jugador que reparte las cartas, de un Sánchez al que le han fallado las previsiones electorales.
Están obligados a terminar la partida, duren lo que duren las negociaciones para sacar adelante la investidura. Si se alargan en las madrugadas tendrán que vencer el cansancio y lo harán. Tienen más miedo a los que están detrás, a los suyos, que esperan un reparto de las ganancias, que a los adversarios. Si fallan Sánchez e Iglesias no les van a perdonar ni en el PSOE, ni en Podemos, pero tampoco van a perdonar a Junqueras y a Gabriel Rufián que fracasen. A estos últimos con el “sobreprecio” de unas elecciones catalanas en Primavera, cada vez más posibles, y en las que se decidirá quien ocupa la presidencia de la Generalitat.
Los deseos de Pedro Sánchez de tener Gobierno antes de la Navidad puede que tengan que trasladarse a los Reyes Magos. Antes del 19 de diciembre, con las resoluciones judiciales y parlamentarias en Europa sobre Puigdemont, Junqueras y compañía va a ser imposible. Y de ellas depende el volumen de la apuesta que tanto ERC como JxCat pongan sobre la mesa de negociación.