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La abstención es el gran enemigo de Sánchez
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La abstención es el gran enemigo de Sánchez

lunes 28 de octubre de 2019, 12:58h

Si la abstención pasa del 30 por ciento el 10N y el centro político que pudo representar Ciudadanos se desmorona, las posbiliedades de victoria del PP y del conjunto de la derecha aumentarán y mucho. La izquierda necesita que haya una participación masiva. Lo ocurrido enre 2011 y 2019 así lo demuestra.

Los 44 escaños que perdió el conjunto de los partidos de derechas en España entre 2011 y abril de 2019 fueron exactamente los mismos que ganó el conjunto de la izquierda en ese periodo. El PP de Mariano Rajoy había conseguido la mayoría absoluta con 186 mientras que la UPyD de Rosa Díez - lo más parecido al Ciudadanos de Albert Rivera - se había quedado en cinco. En total 191 asientos en el Congreso. Ocho años después, a los 66 de los populares había que sumar los 57 de C´s y los 24 de Vox para llegar así a los 147 que consiguieron el 218 de abril.

El bloque de izquierdas hizo el camino opuesto, de los 110 escaños conseguidos por el PSOE en 2011 y tras la travesía de 2015 y 2016 se llega a los 123 de abril de 2019. En ese periodo de tiempo, bien bajo las siglas de Izquierda Unida o de Unidas Podemos, la otra formación de izquierdas pasa de 11 a 71 para aterrizar en los 42 de las últimas elecciones. En total 165, exactamente 44 más que en el año en el que el PP consiguió su mayoría absoluta.

Si la lectura de los escaños conseguidos por los dos grandes bloques señalan un intercambio perfecto, los votos dicen otra cosas bastante distinta: en 2011, la suma de PP y UP yD llegó a los once millones ochocientas mil papeletas conseguidas en las urnas, por los ocho millones cien mil votantes del PSOE e Izquierda Unida. Ocho años más tarde entre socialistas y podemitas los votos sumaron once millones ochocientos mil, exactamente los mismos conseguidos por la suma de las derechas. La diferencia aparece en la suma de ese mismo bloque de derechas, que llega en abril de 2019 hasta los once millones cien mil votos, apenas 700.000 menos que sus rivales y muy por encima de los ocho millones cien mil que habían conseguido PSOE e IU en el ya lejano 2011.

¿Dónde está la explicación para que el traslado de escaños de un bloque a otro sea exacto mientras que los votos conseguidos en las urnas arrojan una diferencia de tres millones de papeletas?. Sencillamente: en la abstención o si se quiere en el claro aumento de la participación electoral. Mientras que en 2011 los españoles que fueron a las urnas sumaron 24.666.441, los que decidieron que querían votar y votaron en 2019 llegaron a los 26.361.256. En porcentaje, ocho puntos más, casi nueve, de participación.

Conclusión: la abstención es de izquierdas y tiene una incidencia real y contundente en las urnas. Hay un porcentaje de escaños que, merced a la Ley D´Hont y en las circunscripciones en las que se reparten menos asientos del Congreso, los restos, los últimos escaños, varían en torno a los 11 o 13 parlamentarios, pero el grueso de las adjudicaciones dependen del nivel de participación.

Con menos asistencia a las urnas y con menos porcentaje de votos, la derecha logra mayor representación; la izquierda por el contrario necesita que la abstención esté por debajo del 25 por ciento para ganar. Ese es uno de los desafios que tienen tanto Pedro Sánchez como Pablo Iglesias por delante. Su “colchón” para vencer a las tres derechas está en los escaños que consigan los nacionalistas, pero llegados a ese extremo, el precio va a ser muy alto.