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La larga vida que el 155 puede tener tras el 21D
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La larga vida que el 155 puede tener tras el 21D

miércoles 13 de diciembre de 2017, 23:25h
En una semana las urnas habrán elegido a 135 aspirantes a parlamentarios. Dias más tarde tomarán posesión de sus escaños y se constituirá el nuevo Parlament de Cataluña, el que tendrá la “obligación” de votar a un presidente que sustituya - o no, que diría Rajoy - al fugado Puigdemont. Hasta esos momentos y puede que mucho tiempo después el archifamoso artículo 155 seguirá vigente, salvo que don Mariano decida por su cuenta y riesgo suspenderlo.

Si las encuestas no se equivocan mucho, que pueden hacerlo, y no se les da a los que defienden la independencia más munición favorable a sus intereses, los favoritos para volver a plantear una alianza de gobierno son los mismos que ya lograron un acuerdo en 2015: los sucesores de Convergencia, los republicanos de Esquerra y los radicales de la CUP. En ese escenario puede que con su escaño en el bolsillo y desde Bruselas o desde la cárcel, Carles Puigdemont presente su candidatura para repetir como president y con Oriol Junqueras como segundo y con prácticamente los mismos consellers, sea cual sea su situación física, encarcelados, libres bajo fianza o huidos en la capital belga.

Entraremos así en una nueva fase jurídica muy compleja y nunca vista en nuestra democracia hasta ahora. Aseguran desde el Ejecutivo nacional que las fuerzas y cuerpos de seguridad del estado están preparados para detener a Puigdemont en el mismo instante en que cruce la frontera. Puede que lo hagan pero si ya tiene su credencial de diputado en el bolsillo, ¿tendrá el juez del caso pedir permiso al recién constituido Parlament o utilizando el vigente 155 lo podrá enviar a prisión?. Es una de las muchas dudas que se van a plantear.

Otra: si las conversaciones tripartitas y obligatorias que van a protagonizar los partidos se alargan, ¿puede el Parlament, su presidencia y su Mesa negociar con el gobierno que sigue funcionando, que es el mismo del estado, y con su presidente, que seguirá siendo Rajoy?. Habrá un choque de legitimidades que plantea problemas y soluciones que no pueden limitarse al ámbito jurídico y judicial. Son problemas políticos que deberían resolverse en ese terreno y esa es una de las varias obligaciones que tendrán que asumir y dar respuesta desde las direcciones de los partidos con representación parlamentaria.

Hay muchas más preguntas para las que no hay respuestas concretas, ni directas, ni inmediatas dado que estamos hablando de interpretaciones de la Constitución, del Estatuto de Cataluña y de las Leyes generales desde una situación inédita. Pensemos otra posibilidad real: el bloque llamado independentista logra ponerse de acuerdo y presenta un candidato que no es Puigdemont, candidato que logra la mayoría absoluta del Parlament, que jura el cargo y forma un gobierno, con o sin antiguos consellers, ¿deja Rajoy de ser presidente y dejan los ministros de mandar sobre las distintas Consejerías?, ¿suspende Rajoy el 155 y confía en que el nuevo gobierno de Cataluña no insista en sus posturas soberanistas o espera a verle actuar, omitiendo tan sólo algunas de las medidas tomadas pero no todas?.

En caso de que haya un nuevo gobierno en Cataluña y que éste insista en la “aplicación” del Referendum del 1 de octubre, ¿tendrá Rajoy que llevar de nuevo al Senado las medidas que quiere aplicar con la posibilidad de que tenga que disolver el recién nacido Parlament y suspender el recién formado gobierno catalán?. Son preguntas que si se cumplen los pronósticos van a tener que hacerse todos los líderes políticos implicados, en un escenario en el que el PP autonómico va a ser más débil y con menos fuerza para solicitar “ayuda” al palacio de La Moncloa.

El día 21 no se acaba el problema catalán, tan sólo comienza una nueva fase, mucho más complicada a todos los niveles, desde los jurídicos a los financieros. La incertidumbre puede prolongarse e incluso obligar a nuevas elecciones. Por lo que estamos viendo y oyendo en la campaña electoral los dirigentes de los partidos no están dando muestras de flexibilidad y de capacidad de negociación y, mucho menos, de generosidad para pensar en el todo y no en sus intereses. La sombra del 155 es tan alargada que puede dejar bajo sus efectos a Cataluña durante meses.