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Las Primarias de Aguirre y la reforma laboral

Era de esperar que después de colocar a Pablo Cavero al frente de la Consejería de Transportes, tras la marcha de Beteta y de una docena más de altos cargos de la Comunidad de Madrid al Gobierno presidido por Mariano Rajoy, la presidenta regional, Esperanza Aguirre, afronta el futuro con más o menos tranquilidad. Los más inmediato, la reforma laboral del Ejecutivo central, y también el Congreso nacional del PP, en Sevilla.
La decisión de abaratar descaradamente el despido y quitar a los trabajadores derechos adquiridos que los gobernantes actuales consideran privilegios, el PP de Madrid, con Aguirre al frente, dio su apoyo total a esta medida que rechazan todos menos los que la han aprobado y los que más se benefician, la patronal. Con más de cinco millones de parados y con un futuro poco esperanzador que puede situar la cifra de desempleados cerca de los seis millones, la reforma laboral de Rajoy no propone nada concreto para que haya más contratos laborales y si una gran variedad de posibilidades de echar a los empleados con menos gasto para los contratadores. Esto no lo entiende nadie. En el Pleno de la Asamblea de Madrid, el portavoz de IU, Gregorio Gordo, preguntó a la mandataria madrileña por el paro madrileño, y Aguirre contó lo mismo siempre, es decir, que la media nacional es superior a la de la Comunidad. Ese mismo día, antes de entrar a la sesión plenaria, mostró su alegría por la condena al juez Baltasar Garzón, pero ya dentro del hemiciclo, se mantuvo prudente a la espera de conocer la reforma laboral que tanto daño hará a los empleados, que ven como poco a poco baja su cotización por decisión de los que pretenden sacarnos de la crisis haciendo pagar más a los que la sufren que a los causantes de la actual situación de penuria y falta de trabajo. Se alegró de que Garzón sea expulsado de la carreras judicial, pero no le gustó que el portavoz popular de la Cámara regional, Iñigo Henríquez de Luna, presentase una enmienda a los estatutos del PP para que las primarias sean tenidas en cuenta a la hora de elegir quién manda en el partido y quién va a las instituciones tras pasar por las urnas. Cuando era concejal del Ayuntamiento de Madrid y Rajoy no tenía el poder que tiene ahora, defendió las primarias en el Congreso de Valencia, hace unos años. Si no lo hubiese hecho en el Congreso de Sevilla, Henríquez de Luna habría quedado como un oportunista que defendió la democracia interna de manera exclusivamente coyuntural. Nadie se atreve a respirar por su cuenta sin tener muy claro antes que Rajoy no pierde oxígeno. Mientras la calle se calienta con los gritos contra los recortes, otros están más pendientes de Rajoy que de los madrileños.
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