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    29 de marzo de 2024

Sergio H. Baz

Querían ganar los dos. No se jugaban los puntos, ni siquiera la clasificación. Barcelona y Madrid estarán en Europa al máximo nivel la próxima temporada. Estaba en juego el orgullo, ver cual de los dos mejores clubs de Europa y del mundo ganaba, quién tenía más pegada, quién era más ambicioso. Lo fueron los dos y eso que tenían enfrente a un mal árbitro.
Tu te has vuelto de Turín con tres goles de ventaja. Crees que tienes el pase a semifinales “chupao”, que te basta con salir a entretener al público del Bernabeu durante 90 minutos. Y te equivocas.
El Barcelona tenía casi asegurado un puesto en las semifinales de la Champion, Y otro tanto cabe decir del Manchester City. Los dos han perdido y los resultados son un aviso para el Real Madrid y para el Bayern. Los blancos van a Turín con una gran ventaja pero la Juventus va a querer imitar a la Roma y acompañar a sus paisanos a la siguiente ronda como uno de los mejores cuatro equipos de Europa. Y si el Sevilla da la campanada en Alemania, las sorpresas demostrarán que en el futbol se gana tanto por intensidad y confianza como por calidad y millones.
En el Bernabeu de los ochenta mil asistentes ni el dueño del campo ni el vecino visitante supieron ganar. El de blanco quería ganar y acercarse a ese segundo puesto que ambiciona en la Liga que hace mucho tiempo dió por perdida, pero sin arriesgar a su estrella. El de rayas no quería perder para que los cuatreo puntos de ventaja se mantuvieran una semana más. Y el resultado fue otro año en el que Pérez no ha conseguido mojarle la oreja a Cerezo. Menos mal que una buena comida lo solucioina casi todo.
En el Barça los goles los marcan sus dos estrellas, Messi y Suárez, pero el club blanco sólo hay un marcador, Cristiano Ronaldo
Hubo fiesta en París y la cómoda victoria del Madrid sobre el riquísimo PSG hace que el misterio blanco alcance límites de brujería. Es difícil de explicar cómo unos jugadores que pudieron golear al campeón francés en su propia casa está tercero en la Liga española y peleando contra el cuarto, después de ser eliminado a las primeras de cambio en la Copa.
Hoy, martes seis de marzo de 2018, en París el Madrid de las glorias mundiales se juega todo o nada en 90 minutos. Toda la temporada de un club con 600 millones de euros de presupuesto centrada en un partido y dos goles, que es la diferencia con la que los blancos se van a enfrentar al PSG. Si eliminan a los discípulos de Unai Emery y los petrodólares, tanto Zidane como Ronaldo y Florentino Pérez presumirán de que están más cerca de conseguir su tercera Champión seguida. Tan sólo será un paso más. les quedarán unos cuartos muy difíciles, unas semifinales todavía más difíciles y una final que visto el redimiento del equipo se antoja casi imposible.
Entre los tres suman casi ochenta goles. Cavani, Neymar y Mbappe son las tres joyas del PSG, el equipo que de la mano de los dólares del petroleo del golfo Pérsico, nada menos que 467 millones invertidos en los tres delanteros, quiere pasear por las calles de París los tres trofeos a los que aspira: La Liga, la Copa y la Champion. Los mismos que el Barcelona en España. Enfrente tienen los raquíticos números del Real Madrid. Ellos marcan casi cuatro goles por partido, los blancos no llegan al dos y medio. El objetivo de los parisinos para este catorce de febrero y para el 6 de marzo, en la vuelta, no es otro que el de “matar” y terminar de deprimir a los actuales campeones de Europa.
En la pretemporada y en el inicio de la Liga, con Cristiano sancionado, Bale en la enfermería y Benzema donde siempre, que es fuera de foco, las dos grandes esperanzas españolas del Madrid merecían todos los elogios.Eran parte del futuro blanco, tenían esa chispa que tanto gusta a la afición, movían al equipo, dirigían el juego y marcaban goles. Renovaron contrato y parecía que con la política de “banquillo” que iba a establecer Zinedine Zidane, el campeón de Liga y Champión era un más que firme candidato a repetir el doblete.
Malos tiempos para el presidente blanco que ve como su equipo ahonda el pozo en el que está metido y que en el mundo de los negocios sigue sin encontrar sponsor para remodelar el Bernabeu, al mismo tiempo que los competidores italianos han logrado el permiso del Gobierno para lanzar su OPA sobre Abertis
Zidane dejó el reencuentro de la BBC para el final y no por mucho tiempo. Benzema entró en el minuto 70 y Bale se retiró en el ochenta. Sorpresas que tiene el entrenador blanco en su chistera. El mal partido de Mayoral en el campo del Leganés tuvo su premio: titular. Sin mejora. Pudo marcar un par de veces pero se le nota el nerviosismo y mucho más si es en el Bernabeu.
Vamos a mirar el futuro Del Real Madrid en las tres competiciones en las que, por ahora, sigue vivo. Su futuro es más negro que blanco pero los sueños duran hasta que las realidad los convierte en pesadillas. En esas está el equipo de Zidane cuando faltan 21 partidos de Liga, seis partidos de Copa del Rey y uno más de Champion.
Lo piensa Florentino y lo piensan los socios y seguidores del club blanco: el Bernabeu tiene gafe, por su césped se pasea cada partido el mal fario, le han echado un sortilegio a sus jugadores, las meigas que antes le convertían en un fortín inexpugnable ahora bailan y se carcajean entre los palcos. El presidente y su sombra deportiva intentan leer en la pelada y reluciente cabeza de Zinedine el futuro y tan sólo encuentran sombras. Casi pierden la eliminatoria de Copa con el Fuenlabrada y el jugador que lo remedia, recién salido de una más de sus lesiones cíclicas, Bale, vuelve a lesionarse. Sus segundas opciones, el Madrid B tan aclamado en la pretemporada no funciona. Ls inversiones realizadas se malgastan en el banquillo. Y para más divertimento de los rivales a la falta de puntería de sus delanteros se une ahora la falta de confianza y los errores de sus porteros.
Son los dos delanteros peores de Europa en estos momentos y en España aún están peor. En la Liga no están ni entre los cuarenta goleadores tras las doce jornadas que se llevan disputadas. No ven puerta y cuando la miran deben verlas tan pequeña y cerrada que deciden tirar los balones fuera. A Cristiano se le nota enfadado o por lo menos actúa como un buen aficionado al teatro. Sus primeros planos tras fallar son dignos del Actor Studio. Benzema, por el contrario, hace gala de una quietud gestual en la que no se sabe si disfruta en los partidos, está enfadado, se quiere ir pronto a casa, o todo junto y con permiso de su máximo defensor que es Zidane.

Fueron un suspiro en el mundo del futbol, una buena operación de marketing por parte de Real Madrid y Barcelona, incluso puede que hasta fuera verdad por unos meses, pero hoy, en esta Liga española nada queda de esos dos tridentes que buscaban la hegemonía mundial de las mejores delanteras en el arte de meter goles.

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