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Rajoy absuelve a Santamaría del “pecado catalán”
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Rajoy absuelve a Santamaría del “pecado catalán”

viernes 26 de enero de 2018, 10:52h
La elección de José Luusi Ayllón como sustituto de Jorge Moragas es visto por la gente del PP como una confirmación del poder de Santamaría y la absolución que ha recibido del presidente pese al desastre catalán, el que se había comprometido a arreglar

Un mes ha tardado Mariano Rajoy en encontrar el sustituto de Jorge Moragas, su sempiterno jefe de Gabinete, siempre con la mochila al hombro y a una saludable distancia política de la muy poderosa vicepresidenta. El diplomático catalán no quería entrar en las luchas internas del Consejo de Ministros, ni en la primera Legislatura, ni en la segunda. Intentaba ser neutral, un “hombre del presidente”, sin inclinarse ni por Soraya Sáenz de Santamaría, ni por el grupo de ministros que encabezaba el titular de Exteriores, García Margallo, y que ha tenido su segunda versión con la responsable de Defensa y secretaria general, María Dolores de Cospedal.

Durante diez años José Luís Ayllón ha trabajado a las órdenes de la vicepresidenta desde antes de llegar al gobierno, cuando era la portavoz parlamentaria del PP en la oposición y el martillo que golpeaba sin cesar a María Teresa Fernández de la Vega. Allí estaba con su bagaje de experto en los entresijos del Congreso y del Parlament. Tal vez por esas experiencias, llegado el momento de la crisis catalana, Ayllón ha estado en primera fila.

Dicen los que se mueven por los pasillos del Congreso y los hoteles, restaurantes y bares que lo rodean, que la mejor prueba de que Mariano Rajoy no esperaba la marcha de Moragas es el tiempo que ha tardado en buscarle un sustituto. No estaba preparado y le ha costado trabajo encontrar a alguien que le merezca confianza y sea capaz de aterrizar en La Moncloa en momentos tan complicados como los actuales. Para la gente del PP la elección confirma el poder de Santamaría y la absolución que ha recibido del presidente pese al desastre catalán, el que se había comprometido a arreglar, incluso con despacho en la Ciudad Condal.

De nada han servido los ataques en la inmensa mayoría de los medios de comunicación y las críticas que en privado vertían sus propios compañeros de partido y de Gabinete. Soraya “ha colocado” a su hombre de confianza y ganaría así un “Ministerio” más bajo su influencia.

Otros, los menos, se atreven a dar una versión menos favorable a la número dos del Gobierno: Rajoy le habría quitado a uno de sus más eficaces peones parlamentarios- y además catalán - para convertirlo en un “hombre del presidente”, al igual que a su antecesor. Parecen dos versiones, dos miradas diferentes, pero no son contrapuestas: Rajoy necesitaba un nombre que supiese el oficio y Santamaría se lo ha proporcionado. Y, además, le ha permitido al “jefe” dar una muestra de su confianza en ella por encima de la crisis, algo que por otra parte discurrió por unos cauces alejados de los pactos que la “vice” había logrado con el mismísimo Puigdemont. Eso dicen al menos desde Moncloa y desde Barcelona, con “hacedores de buena voluntad” que estuvieron trabajando entre bastidores para lograr que hubiese elecciones convocadas desde la propia Generalitat y evitar así el tan temido artículo 155. Cuarenta y ocho horas duró el espejismo.

Queda por ver quién ocupa el nuevo sillón vacío, el que deja Ayllón, de la misma forma que habrá que esperar a mediados de febrero para ver si, por fín, Rajoy lanza la candidata de Luís de Guindos para el puesto de subgobernador del banco Central Europeo, cargo que hoy ocupa el ex secretario general de los socialistas portugueses y aspirante a presidente, Vítor Constancio.

La oposición a Guindos es muy fuerte tanto dentro como fuera de España. Se le está pidiendo a Rajoy que busque otro nombre, pero eso significaría una derrota que no puede permitirse, salvo que prefiera el cambio interno ante una segura negación externa, tal y como ha pasado con el Tribunal de Derechos Humanos y la Jueza Elósegui, mucho más conservadora del candidato que presentaba el Ejecutivo español.