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El disputado voto del señor Quevedo
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El disputado voto del señor Quevedo

miércoles 22 de marzo de 2017, 12:47h
El voto del médico que es Pedro Quevedo, que concurrió en alianza con el socialismo de las islas, es decisivo para que Mariano Rajoy pueda sacar adelante sus Presupuestos. El diputado canario ya tiene el visto bueno del PSOE de Susana Díaz y de la Gestora para ello

Hace treinta años Antonio Giménez Rico cogía una novela que Miguel Delibes había escrito en 1978 y la convertía en una película. El título era el mismo en ambos casos: "El disputado voto del señor Cayo". Si cambiamos el Burgos rural por la Canarias urbana y al Cayo que interpretó Francisco Rabal le sustituimos por el Pedro Quevedo que va a interpretarse a sí mismo, tendremos la misma imagen de la política española: a veces un voto vale una Legislatura.

Dando por sentado que Albert Rivera y Ciudadanos no se van a atrever a abstenerse o votar en contra de los Presupuestos de Cristobal Montero y que sus 32 parlamentarios van a mantener la disciplina de voto, ya tenemos 169 escaños en el cesto. Cogemos ahora a los cinco representantes del PNV y de la mano de su presidente, Andoni Ortuzar, y de su lendakari, Iñigo Urkullu, les convencemos de que sus reivindicaciones fiscales van a ser atendidas y que mejor avanzar con el PP en el gobierno de la nación que con una imposible alianza que amalgamara a cuatro o cinco partidos en una repetición electoral. Ya tenemos 174 escaños para avanzar.

Nos faltan - diría don Mariano - dos y a convencer a Europa que en España la palabra imposible no existe, y que se trabaja, mal que le pese al rijoso de ese holandés de apellido impronunciable y que se resiste a abandonar el sillón del Eurogrupo aunque vaya a perder el del gobierno de su país tras el descalabro que han sufrido sus colores.

Esos dos votos hablan con acento canario y representan a ese enjambre de formaciones provinciales y locales que se han unido en torno a Coalición Canaria y Nueva Canarias. El primero, el de Ana Oramas, parece más seguro pues ya ha apoyado la investidura de Rajoy y tan sólo quiere un reconocimiento de agravios a su tierra y unas inversiones para crear y mantener puestos de trabajo. Fácil para las arcas del estado. El segundo, que era más complicado, ya parece que no lo es tanto. El médico que es Pedro Quevedo, que concurrió en alianza con el socialismo de las islas, ya tiene el visto bueno del PSOE de Susana Díaz y de la Gestora para apoyar los Presupuestos en defensa de su tierra. Al fín y al cabo no está en el partido, es un aliado, y permite a las siglas del puño y la rosa, sea quien sea el ganador de las primarias en mayo, y del futuro Congreso Federal en junio, salvar la cara y oponerse a las cuentas del gobierno popular.

Con 176 votos a favor los Presupuestos tienen la mayoría absoluta que necesitan y salen del Congreso listos para cumplir con todas las obligaciones internas y externas, incluso para negociar con Europa el tema de la estiva. Es el cuento de la lechera, pero con muchas posibilidades de que no se derrame el cántaro antes de salir de la sede de la soberanía popular.

Contento el PP y su presidente. Contento el PSOE y su Secretaria/o general. Contento Podemos que puede, quiere y debe mantener su ansiado "sorpasso" sobre el socialismo. Contento incluso Junqueras, que sin la presión de unas posibles elecciones generales, podrá estudiar cual es el mejor momento para asestar el golpe de gracia al ejecutivo de Puigdemont y encaramarse a la presidencia de la Generalitat. Pierde la antigua Convergencia de Pujol y Mas, presa de los tribunales. Pierde la izquierda abertzale que tendrá que competir con las fórmulas de Podemos en las tres provincias. Y gana, con calma y sin despeinarse, ese partido que es un poco como la Iglesia si miramos los siglos y los siglas, el PNV.

La película y el libro se cierran con el señor Cayo en soledad y con su perro paseando por un pueblo, el suyo, sin vecinos. Los dos jovencitos del PSOE que han acompañado a su mentor fallecido dejan escrito en las paredes el nombre de su mentor. Y hasta puede que cuando se alejan del escenario en el que Cayo ha pasado toda su vidarecuerden las palabras de ese viejo sin estudios: "todo sirve para algo". El disputado voto del señor Quevedo, también.