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Podemos se enzarza en si son galgos o podencos


Miles de ciudadanos se quedan atrapados en coches y trenes por una nevada en el sureste peninsular. La luz sube incansablemente desde hace años y ahora lo hace con más fuerza desde que ha vuelto a ganar Rajoy. Son dos ejemplos de los problemas que acucian a los españoles, mientras los políticos -y en especial los nuevos- se dedican a debatir sobre sus problemas internos que no les interesan más que a ellos. Lo normal sería que dimitiesen los ministros de Fomento y de Energía, e incluso el propio presidente, pero como siempre no pasará nada

Para tratar de evitar esta impunidad, nuevas generaciones de ciudadanos tomaron la decisión de no votar a los políticos antiguos, al bipartidismo del PP y del PSOE, pensando que era la mejor forma de romper el nudo gordiano que representaba el Sistema organizado por la Transición, pero está claro que Iglesias y compañía no encuentran la espada para hacerlo. En las instituciones donde gobiernan sus sueños se evaporan por los pasillos de los grandes edificios. Y en el Congreso han perdido cualquier iniciativa posible frente al Gobierno mandamás,

La idea de Pablo Iglesias de volver a la calle se ha quedado en un par de imágenes de los líderes de Podemos en el Hospital Doce de Octubre y frente a las oficinas de Gas Natural. Los chicos del 15M se han vuelto a sus cuarteles de invierno y las pocas acciones en la calle contra los desahucios los siguen llevando los militantes de IU o de lo que queda del PCE.

A Iglesias y a Errejón les puede ocurrir lo mismo que a los dos conejos de la fábula de Iriarte, que se entretengan en discutir si las fuerzas empresariales, políticas y religiosas que van a por ellos son galgos o son podencos.

En esta disputa,
llegando los perros
pillan descuidados
a mis dos conejos.

Y termina Tomás de Iriarte:

Los que por cuestiones
de poco momento
dejan lo que importa,
llévense este ejemplo.