Fran Rivera y la sombra de Pozoblanco

Treinta años separan a las afiladas cabezas de "Avispado" y " Traidor", las dos hundiendo sus astas en los cuerpos de dos Francisco Rivera. Dos "Paquirri" que se enfrentaban a la muerte sobre la arena de un circulo donde la magia desaparece arrastrada por el viento del siglo XXI. El padre en Pozoblanco y en la ambulancia que nunca llegaría a la salvación de la mortal cornada. El hijo en Huesca y en el hospital que le devolverá a la vida y a conocer al hijo que espera. La sangre y la muerte son los tributos de un oficio, de un arte que se desvanece bajo los nuevos rectores de la " cosa pública". Millones de ojos han visto el video de un adiós a los 36 años y millones de ojos han visto los interminables segundos de un hombre de 41 años suspendido en el aire por la fuerza del Minotauro en el día en que su hermano, Cayetano, también torero, también hijo de la tragedia, pidiera al líder del socialismo que se " mojara" en torno a la Fiesta, al combate entre el hombre y la fiera, entre la historia y el incierto futuro de un arte que se apoderó de Picasso y Hemingway, de Ava Gardner y Cayetana de Alba. Treinta años y la historia del toreo pintada con las lagrimas de Isabel y Lourdes.