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Felipe VI tiene el mismo problema que su tatarabuelo Felipe V

jueves 23 de julio de 2015, 12:21h
Felipe de Borbón y Grecia - Felipe VI para la escaleta real -se ha encontrado trescientos años más tarde con el mismo problema con el que se encontró su tatarabuelo Felipe V, el primer rey Borbón de España y al que le costó quince años que le reconociera como tal Cataluña. Después, terminada la Primera Guerra de Sucesión, y como evidente venganza acabaría con los privilegios forales de los catalanes y los igualaría a los del resto del Reino, dejando la " singularidad" en Navarra y el País Vasco, que le habían apoyado.

El nieto de Luis XIV tuvo suerte desde el principio de su llegada a España en 1700 hasta su muerte 46 años más tarde. Suerte política y hasta militar, que de salud anduvo bastante mal y las intrigas de palacio tras su boda con Isabel de Farnesio le provocaban depresiones de caballo, de las que sólo le aliviaba la voz del castrato Farinelli. La reina tenía un carácter tan fuerte como su ambición. Se llevaba mal con sus hijastros, se llevaba mal con la familia de su marido, tenía una pésima e injusta reputación entre el pueblo, y todo por una cosa tan sencilla como buscar una corona para sus propios hijos en cualquier lugar de una Europa que se repartían Francia, Alemania e Inglaterra, ante la manifiesta incapacidad de la menarquia española de los austrias.
El independentismo catalán sigue tan vigente y tan activo como al comienzo del siglo XVIII
Cataluña quería al archiduque Carlos, que le había prometido respetar su identidad y sus fueros, y mantuvo la rebeldía con ayuda británica hasta que Carlos consiguió de rebote la corona del imperio austro-húngaro. Se olvidó de inmediato de sus " súbditos" catalanes, pacto con ingleses y franceses, se repartieron trozos del imperio español: para ti Gibraltar, para mi el comercio con América, para el otro Filipinas o Mallorca o Sicilia...hasta Guipúzcoa estuvo sobre el tablero de ajedrez. Hecho el reparto la armada británica abandonó Barcelona, los españoles que allí vivían se rindieron a Felipe, y así hasta hoy.

Felipe VI, que no ha nacido en Versalles sino en Madrid, que no tiene quien le dispute el trono desde la dinastía de la sangre, que otra cosa son los republicanos, está viendo que por más que visite Cataluña, por más que reciba a Más, por más que haga para intentar que todas las regiones de España convivan bajo la corona, el resultado es el mismo: el independentismo catalán sigue tan vigente y tan activo como al comienzo del siglo XVIII. Han cambiado algunas cosas, pero las torpezas de los gobernantes de turno siguen empujando a los ciudadanos a una confrontación que no quieren, tal como si de una maldición histórica se tratara.

El rey francés se encontró con tan sólo 17 años con un país inmerso en una crisis política, económica y social de caballo. Casi nada funcionaba y los altos funcionarios del estado deambulaban por la capital del reino cada uno metido y defendiendo sus propias ambiciones y su incierto futuro ante un cambio radical en la Corona.

Los intereses de las potencias europeas eran encontrados. Los de aquel momento, al igual que los de ahora en el comienzo del siglo XXI y con un cambio tan radical al frente de la monarquia, pugnaban por imponer su voluntad y sus intereses económicos y territoriales. La vieja rivalidad entre Habsburgos y Borbones parece que aparecieran en el transfundo de los sentimientos soberanistas de Artur Mas y Oriol Junqueras frente al declinante centralismo de Mariano Rajoy y Pedro Sánchez. Nada es igual en la estructura del estado que nace en 1715 y el que nace en 1979, pero Felipe VI mantendrá y fortalecerá su Corona si el evidente problema territorial que tiene España - sobre todo en Cataluña y el eje Euskadi-Navarra - no se soluciona y él ayuda en esa solución.

Las invocaciones en estos días al artículo 155 de la Constitución como amenaza a las posibles declaraciones independentistas que puedan surgir tras los resultados del 27 de septiembre no son los cañones y las tropas del duque de Berwick pero los Idus de septiembre juegan así con la historia. Más y Junqueras no son ni por asomo Rafael Casanova y Antoni de Villaroel pero les gusta comportarse como si lo fueran delante de los suyos. Tampoco François Hollande tiene nada que ver con Luis XIV, ni Ángela Merkel con el heredero del Palatinado pero las tensiones que han generado en nuestra España de hoy si que se parecen a las que nos costó la última gran pérdida de presencia internacional.
Felipe VI tiene el mismo problema que su tatarabuelo Felipe V