La picadora industrial estaba en el sótano pero los inqulinos no podían acceder a ella

viernes 24 de abril de 2015, 14:22h
De momento Bruno H. este hombre está en prisión provisional acusado sólo de detención ilegal, a la espera de que las pruebas refuercen la hipótesis de homicidio


La picadora industrial de carne hallada con restos de sangre de Adriana G., la mujer argentina desaparecida, fue hallada por la Guardia Civil en el sótano del chalé en el que residía en Majadahonda, un lugar con llave y al que no tenían acceso a los inquilinos, según ha explicado el comandante jefe del Puesto de esa localidad, Julián Martínez.

Esta nueva información refuerza la hipótesis de que fue el casero de la desaparecida, Bruno H., el que la asesinó, la intentó descuartizar y se deshizo de sus restos. No obstante, de momento este hombre está en prisión provisional acusado sólo de detención ilegal, a la espera de que las pruebas refuercen la hipótesis de homicidio.

La investigación policial comenzó el 6 de abril, cuando un hombre de origen argentino denunció la desaparición de su hermana Adriana G. ante la imposibilidad de contactar con ella. La búsqueda se inició en el domicilio de la mujer, situado en la urbanización Las Sacedillas de Majadahonda, hablando con su vecinos, el entorno personal y laboral de la misma.

En un primer momento, los agentes fueron a dicho chalé y para ello contactaron con su casero. En su interior comprobaron que allí no estaba retenida en contra de su voluntad y había objetos y documentos importantes que no se hubiera dejado ninguna persona que quisiera marcharse o desaparecer voluntariamente.

Además, el casero entró en determinadas contradicciones. Por ello, ya ante la posibilidad de estar ante una desaparición "de alto riesgo", los agentes detuvieron a Bruno, de 32 años, por su presunta implicación en dicha desaparición.

Por ello, y tras los indicios de una desaparición no voluntaria, solicitaron a la autoridad judicial la correspondiente orden de registro del chalé, donde recogieron por la noche "vestigios" que fueron remitidas al departamento de Criminalística para su análisis. Y todo a pesar de que tienen constancia de que días antes compró en un centro comercial un gran cantidad de productos de limpieza y guantes para, presuntamente, deshacerse de los mismos.

Concretamente, se halló la picadora en un sótano al que no tenían acceso los inquilinos y restos de sangre en la misma, que el laboratorio ha determinado que se trata de la supuesta víctima. Ahora, los guardias civiles encargados del caso están analizando el número de serie y fabricante de la trituradora para determinar dónde y sobre todo si fue comprada antes o después de la desaparición de Adriana.

El 8 de abril registraron el domicilio paterno del arrestado, donde vivía habitualmente. Allí los agentes localizaron diferentes efectos de la desaparecida, que afianzaban la hipótesis de que no eran voluntaria su desaparición. Allí hallaron una carta de autodespido, una copia de las llaves del automóvil, un ordenador portátil y otros efectos de índole personal que el detenido no acreditó su procedencia.

El 10 de abril, la Policía Local de Móstoles localizó cerca de la vivienda del arrestado el vehículo de la mujer, que fue trasladado al laboratorio para un exhaustivo análisis. Las pruebas no han sido determinantes, pero indican que desde hacía tiempo ese coche no había sido usado.
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