¿Cuándo acudir a una residencia?

¿Cuándo acudir a una residencia?

miércoles 25 de febrero de 2015, 13:49h
Todavía está presente en la mente de los españoles la idea de que residencia para mayores equivale a asilo y a abandono pero son muchas las personas que día tras día deben enfrentarse a la realidad de que sus mayores y ellos mismos necesitan de una ayuda en esta etapa de la vida.

Según explica a Infosalus Bárbara Basallote, psicóloga y Directora de Servicios de la Residencia de Mayores Cruz Roja de San Fernando (Cádiz), cuando se trata de dar el paso y llevar al mayor a una residencia en el cuidador confluyen sentimientos de dolor, miedo y culpabilidad.

"Estas personas se sienten en la obligación moral de llegar a situaciones extremas en el cuidado de sus mayores antes de acudir a una residencia, debido al concepto que se tiene de estos centros", señala Basallote.

La psicóloga explica que para los cuidadores es una situación muy dura dado que "la vida nos lleva a un trato recíproco para nuestros mayores y se vive como una cuestión moral cuidar de ellos como ellos cuidaron de nosotros".

Para la psicóloga, los cuidadores tienen que entender que van a seguir teniendo un papel activo y que los profesionales de la residencia les acompañarán las 24 horas como una ayuda para el anciano pero también para el cuidador. "La residencia debe ser un lugar abierto y siempre accesible para que los familiares estén al lado del mayor en todo momento que así lo deseen", señala la psicóloga.

A diferencia de lo que pudiera pensarse, los mayores que se encuentran cognitivamente mejor son los que se adaptan mejor al cambio. "Estos mayores entienden mejor de qué se trata la residencia, saben que se les van a proporcionar cuidados que enlentecen y previenen el deterioro cognitivo y adaptados a sus necesidades".

Basallote aclara que en la mayoría de ocasiones hay que trabajar más con quienes tienen un deterioro cognitivo moderado o grave ya que entrar en la residencia supone ajustarse a unos horarios, rutinas, etc. y su estilo de vida tiene que amoldarse a todo ello. "Sin embargo, con el paso del tiempo los mayores con cierto deterioro cognitivo se sienten más tranquilos, más estables y van entendiendo que la residencia es un buen lugar en el que vivir", aclara la psicóloga.

DESTERRAR LA IDEA DEL INTERNAMIENTO

Basallote destaca que la residencia se debe contemplar como una ayuda a las necesidades del residente ya que cuenta con un equipo multidisciplinar que debido a un trabajo conjunto trata de proporcionarle una mejora en su calidad de vida.

"Hay que perder la idea de que cuando los mayores llegan a una edad ya no hay nada que hacer con ellos, eso no debe ser así, deben recibir estimulación para que las funciones cognitivas que se mantienen sigan funcionando, eso supone aportar bienestar y calidad de vida en todos los sentidos", afirma la psicóloga.

En muchos casos, existe una idea preconcebida de "internamiento" para el mayor que se aleja de la realidad ya que los residentes salen cuando lo desean y acuden a casa de sus familiares en las celebraciones, realizan paseos con la familia, reciben visitas, etc. "La residencia supone un acompañamiento en esta etapa de la vida y no debe contemplarse como una pérdida por parte del cuidador", señala la especialista.

"El cuidador tiene que saber que puede seguir haciendo las actividades que hacía con su mayor a diario aunque la carga emocional disminuya y que entra a formar parte de la relación con los empleados de la residencia y las instalaciones, que son el hogar del mayor", señala Basallote.

LA ATENCIÓN AL CUIDADOR

"La primera necesidad del cuidador no es información sobre el centro sino un asesoramiento emocional, examinar la idea que tienen de la residencia", apunta la psicóloga, que adelanta cuatro aspectos importantes en el conflicto que se genera en el cuidador al acudir a la residencia.

1. Escucha activa para el cuidador

Es necesaria una atención psicológica al cuidador para que pueda confiar sus miedos y sentimientos ya que nada de lo que sienten es malo y esta atención puede ayudarles a extender las nuevas herramientas de adaptación al resto de su vida.

"No se trata de una intervención psicológica sino de una escucha activa de las necesidades e inquietudes que les han llevado a venir a la residencia, teniendo en cuenta que el proceso hasta dar el paso es muy duro", señala Basallote.

2. Descarga emocional

Cuando el mayor se traslada a la residencia no sólo se proporciona ayuda al residente sino también una vía para una situación sin salida para el cuidador, que soporta una carga emocional que ya no puede gestionar por sí mismo a pesar de que en un inicio albergue sentimientos de culpabilidad. El cuidador no deja a su familiar sólo sino que la residencia pasa a formar parte de los cuidados que recibe el mayor.

El cuidador acude a la residencia por necesidad física y emocional pero según señala Basallote "no es necesario llegar al límite porque en estos casos el desbordamiento emocional es más difícil de gestionar. Prevenir es mejor que dejarse arrastrar por los acontecimientos".

3. Aceptar los sentimientos

El cuidador debe saber que no es malo sentirse mal cuando se da el tránsito del mayor a la residencia. "Es necesario que afloren todos los sentimientos para que esta separación dolorosa pueda dar paso a otros sentimientos como que está bien cuidado y que se va a encontrar más descansado para ocuparse del mayor", aclara la psicóloga.

4. Aprender a confiar

"En un inicio lo habitual es visitar al mayor ejerciendo una labor de supervisión del centro y de sus profesionales, pero al ver que el familiar se va integrando en el centro y sus actividades el cuidador también se va librando de esta desconfianza y de los sentimientos de culpabilidad, está más descansado y recupera su tiempo y con ello su estabilidad emocional", concluye Basallote.

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