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Sánchez quiere el centro y Podemos a su izquierda

jueves 02 de octubre de 2014, 12:47h

Desde que apareció en la gran escena de la política nacional, el nuevo secretario general del PSOE se presentaba como un socialdemócrata de la primera mitad del siglo XX, un hombre que encajaba a la perfección en los esquemas que definieron la actuación del alemán Willy Brandt y el sueco Olof Palme, los dos líderes europeos que apadrinaron y acompañaron en su ascenso dentro del socialismo español a Felipe González. Tenía, eso si, el problema de trasladar esos esquemas de reformismo, defensa del estado del bienestar, capitalismo popular y pactos sociales a un siglo XXI que arrancaba con una crisis mundial del modelo que, con la caída del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética, aparentemente había vencido al comunismo y se disponía a gobernar un mundo sin ideologías. Ni siquiera podía recurrir a la famosa Tercera Vía de Tony Blair y el Laborismo británico, que sirvió para vencer a los " hijos" políticos de Margaret Tatcher, pero que acabó derrumbada a un lado del camino.

Pedro Sánchez y los que le acompañan y no salen en la foto saben que las elecciones se terminarán ganando y perdiendo en el centro, no en los extremos del arco político. Han experimentado en las carnes de su partido las mordiscos de Izquierda Unida, de UPyD y de Podemos y están preparados para perder más apoyos por esos extremos. Lo que saben, también, es que el Partido Popular ha perdido más votos que ellos, y que si son capaces de presentarse otra vez como alternativa de gobierno - distante de su pasado más reciente y de los rostros que encarnaron la etapa de Rodríguez Zapatero - pueden recoger esos millones de papeletas que les den el triunfo, primero en las municipales y autonómicas de mayo y luego en las generales.

El equipo de Sánchez va a trabajar con la vista puesta en Mariano Rajoy y con la estrategia de presentarle a él, a su partido y a su gobierno como ejemplos del pasado y no como ofertas del futuro, colocándose o al menos intentandolo en el centro del cuadrilátero electoral, con el PP a su derecha y con lo que logren entre IU y Podemos a su izquierda. Para los nuevos dirigentes de nuestro socialismo oficial, el partido de Rosa Diez ha alcanzado su techo y puede retroceder en los comicios del año que viene, y los nacionalismos, sobre todo el catalán, van a sufrir una deserción de las clases medias. Y quieren tener su cesta de votos.t
Ven en la fijación de los dirigentes del Partido Popular con Pablo Iglesias y Podemos un intento de convertir a toda la izquierda, también al PSOE, en un remedo histórico de lo que fue el Frente Popular en la II República, y con esa imagen lograr que el miedo a un posible triunfo de esa amalgama de siglas les lleve a la mayoría de los españoles a volver a darles el espaldarazo en las urnas, con una más que buena campaña de recuperación económica y unos retoques de bipartidismo electoral si hiciera falta a través de la modificación de los requisitos para gobernar en los Ayuntamientos y en el número de diputados en cada Asamblea o Parlamento autonómico.

No lo tienen fácil pero ese es su empeño: coger los votos disidentes del PP y recuperar los más moderados de los suyos que se han ido a Podemos y a IU. Pedro Sánchez va a enfrentar sus 42 años con los 59 de Mariano Rajoy. Va a colocarse dentro de la Generación de Felipe VI mientras intentará que se vea al presidente del gobierno y del PP como un hombre de la generación de Juan Carlos I. Pasado frente a futuro, una suerte de engaño generacional que busca más la forma que el fondo, más la imagen que el programa, más la oferta y la esperanza que la cruda realidad y los recortes.

Se ve a Pedro Sánchez como una segunda versión de Felipe González o de José Luis Rodríguez Zapatero, y creo que ambas son equivocadas: el nuevo líder del PSOE es un Carlos Solchaga con 20 centímetros más, una mejor imagen audiovisual, mas ambición de poder, menos formación académica y menos experiencia en la gestión de los asuntos públicos, algo que el tiempo debe " curar" de forma rápida si no quiere que a finales de mayo los socialistas comiencen de nuevo a pensar en cambios de liderazgo. ha ganado en las primarias y en el Congreso extraordinario una batalla muy importante pero no la guerra. Su consolidación como líder dependerá de los resultados de las elecciones municipales y autonómicas. Por eso su rival no es Pablo iglesias, es Mariano Rajoy.